Un día de estos me voy a levantar y te voy a ir a buscar a tu casa,
te voy a llamar por tu nombre,
voy a entrar a tu habitación,
y me voy a poner tu sombrero.
Sentate en tu sillón rojo favorito, y sincerá a tu corazón.
Dejá la estupidez de las dos realidades
una: la que querés que yo vea
otra: la que veo también.
Quiero que de una vez nos entendamos o nos despidamos,
bajá del árbol separador que imaginamos,
cortémoslo de raíz,
porque somos iguales.
Yo ya me olvidé de tu sobrenombre,
de tus canciones,
y de tu costumbre a hacerte invisible pero visible.
Te propongo mil cosas,
que me olvido de los comienzos,
que te digo toda la verdad,
o si querés te miento, y te digo que nunca soñé con vos toda una noche...
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