jueves, 29 de octubre de 2015

quizás este pueda ser el día
en el que me dé cuenta
como achicar
la distancia que se arma
entre mis ganas de que te importe poco todo
y tus ganas de que me importe mucho.
vos no sabés,
pero siempre me importó mucho
saber exactamente cuantas veces
hacés como yo
y le sonreís al universo
y le agradecés por ser como sos.
yo le sonrío por haberte creado
especialmente para mí
y darnos el regalo inmenso
de habernos encontrado
con tanta juventud para luchar,
y tanta creatividad para tener tantos sueños por delante.
el mundo paralelo que se esfumó de mí cuando decidimos amarnos me hizo bien.
dejé,
solté,
para:
... para encontrarte -bien- solté pequeños flashes de pequeños momentos de pequeñas noches donde no sé bien en qué pequeños lugares desconocidos aparecía.
dejé de buscar lugares que me lleven lejos de casa,
para terminar en tu cama
los fines de semana
cansados de tanto bailar.
solté vueltas diarias en un mismo parque, con los mismos árboles y los mismos caminos, para entrar a tu selva salvaje tapada de flora y fauna.
dejé de fingir risitas
en momentos dolorosos
para llorarte con ganas
todas las madrugadas que sean necesarias,
mi vida.
le voy a preguntar 
a todos tus átomos
de qué lado se tiene que poner el sol
para poder estar bien con vos. 
de qué lado de la cama te gustaría dormir,
y como preferís el té a la mañana:
si adulcorante o azúcar.
para que la vida no te pese tanto
al menos una
de todas las mañanas
que despiertes conmigo.

lunes, 26 de octubre de 2015

una vez
desperté
y miré las dos manos que el universo me dió
para agarrar todos mis sueños.
desde ese momento no pude parar de cumplírmelos
y de sentirme inmensa.

miércoles, 21 de octubre de 2015

estar con vos
es sentirse capaz de dar la primavera eterna
por despertar todas las mañanas
mirando la luz que entra por tu ventana.
es tener ganas de perderse de uno mismo.
es conocer la derrota sin haber conocido la victoria.
nadie supo jamás qué se pierde de vos
después del malambo que provocás
pero es que no hay quien resiste
a ese dolor dulce y tóxico
cuyo alimento es puro de nuestras ilusiones.


chanta y apasionado,
vacío y sin color.
juntás nuestros corazones destrozados
para vestir de ellos
en busca de una nueva diosa merecida de tu malo amor,
tu siniestro encanto.
en algún mundo paralelo
me estarás queriendo bien.
Y como sos un ser intuitivo
alguna imagen te habrá llegado a este plano.
y siempre volvés a mi...
porque en otra realidad
seguro me querés bien.

viernes, 9 de octubre de 2015


hoy desperté con las manos llenas de tierra,
porque anoche se me ocurrió
pasar por los jardines de la ciudad
y cortar todas las flores que me parezcan lindas,
para cuando llegue el día de que nos cansemos de hacernos tanto mal,
y nos las pongamos una por una,
en cada herida que nos hicimos en todo este tiempo
... y por fin sanemos.
palabras
sentimientos
pensamientos.
todos ellos son invisibles
pero aún así
me pesan una infinidad de toneladas 
en todo el cuerpo.

viernes, 2 de octubre de 2015

Aceptar el amor
después del amor:

A veces se volvía un tanto molesto mi inconsciente cuando enviaba mensajes hacia la realidad para que caiga de la cuenta en que ya no podía más con tanto amor frustrado, y ahí estaba yo para sacarmelos de la cabeza con un chasquido. Pensando que quizás tanto no era, y que en realidad todo esto pasaba porque estaba lejos, porque me carcomía la incertidumbre de saber qué estaba haciendo en el mismo instante en el que estaba pensando en él. Y era ahí cuando empezaban las charlas conmigo misma, mientras viajaba en bondi "sos un ser humano, Sharon, no una máquina de cálculos, es obvio que vas a pensar que lo extrañás porque hacían cosas lindas todo el tiempo, y que aunque no siempre pasaba lo que vos querías, no podés negar que te llenaba de amor cualquier decisión que tomen juntos, y que lo hacías porque era con él, porque todo era lindo con él" y hasta que llegaba a casa, y empezaban otra vez cuando tenía dos minutos libres para pensar en mí, (que los usaba para pensar en nosotros), y cuando me duchaba miraba el agua hirviendo caer en mi espalda y otra vez, y me acostaba para relajarme y otra vez, y otra, y otra.
Hubo días en los que quería escapar de todo lo que tenga que ver con el vínculo que me había encargado días y días en intoxicar para no volver a pisar el mismo lugar del que yo misma había decidido irme, no recorrer las esquinas por donde habíamos pasado, no sentarme en el mismo pasto con flores amarillas donde nos quisimos tardes enteras de sol. 
Quería escapar tanto, hasta de mí misma. Porque ni siquiera mi aura me perdonó por haberle sacado la cuota de paz que le daba cada vez que se le acercaba y la transformaba con todos los colores que él deseaba. 
Entonces estuve peleada con mi alma, que si pudiera haberse elevado en el aire para ir a buscarlo lo hubiese hecho, y también con mi cuerpo, que hubiese podido romperse en mil pedazos como un cristal, en forma de reclamo por el mal que le estaba haciendo por tenerlo tan lejos.


El final de esta tormenta lo marqué cuando me encontré mirando las olas del mar que chocaban en la punta de una roca."Estoy amaneciendo hace días en una desconocida cama a 500 km de mi casa con un perfume que no es mío, y mucho menos, ni siquiera es suyo. Y por qué no puedo encontrar paz si estoy lejos de él, lejos de mi, lejos de todo lo que éramos? Quise escaparme y esto es lo que (creía que) necesitaba, y aún así no me reconcilio ni con mis emociones: Nada me parece muy hermoso, ni muy feo, no soy muy feliz, tampoco estoy muy triste. Mucho Sol en la cara o poco, no me importa. Un roce, un beso, dos abrazos, diez horas de masajes en la espalda dan igual. Caminar Norte-Sur no voy a encontrar nada. Esto no soy yo. Estoy atrapada en una niebla que me bloquea todos los caminos que me llevan a lo que realmente me pasa" Pensaba. 
Volver dos días después de haberme hecho esos cuestionamientos fue una causalidad. Sí, causalidad. 

II nuestro(s) lugar(es)

Volví, porque ya no encontraba rastros de nuestra esencia ni en todos esos kilómetros, entonces podría pasar por todos los lugares donde nos habíamos amado. Sólo quedarían los fantasmas. 
Si de algo estaba siendo partidaria, era de que uno se busca su presente, y lo que nos pasa hoy, no son más que resultados de nuestras victorias y derrotas. Hasta que tuve que darle un lugar a esta historia, y bien segura estaba que no era para nada victoriosa. 
Caminar dos cuadras y nombrarlo diez veces. Ir a siete lugares y pensarlo doce. No estaba dando un paseo, estaba volviendo a vivir todo lo que nosotros, pero sin su compañía. -Otro truquito de mi querido odiado inconsciente. Recorrer nuestros rincones no fue más que un boleto directo a la nostalgia. Hoy recuerdo, y más allá de todos los colores cálidos que mis ojos miraban yo veía una realidad fría hasta casi oscura, como cuando de chiquita pintaba mi cuaderno con lápices gastados y fibras que ya no querían más. Nada era igual, con él en mi vida era verano todo el año.

III mi yo

Ya no quería viajar, porque sabía que iba a volver. Eso ya estaba tachado. Ya no servían las acciones de impulso. Además había conseguido un trabajo que llevaba todo mi día, estaba realmente cansada para hacer alguna pendejada. 
Un motivo de nuestras discusiones eran sus comentarios hacia mi vida personal, que no eran para tanto, pero para mí eran como pinchaditas de alfiler que disparaban justo hacia mi orgullo. 
No mostrarse como uno realmente es habla mucho de la situación de cada relación. Nosotros habíamos aprendido a desnudarnos en todos los sentidos posibles, hasta sacar las mil capas de egocentrismo y quedar en carne viva listos para hacernos saber lo que sentíamos. Si hubiese subido donde llegan las nubes para tirarme en paracaídas hubiera sentido mucho menos vértigo del que sentía cada vez que hablábamos de nuestro futuro. Él pensaba que me enojaba todo lo que tenga que ver con proyectarme, con arreglar lo que hago mal y no acepto. Lo que en realidad me importaba era la guerra que se armaba entre lo que sentía y lo que quería sentir: Quería sentir que sola podía, que nada ni nadie podía modificar mi forma de pensar, porque yo tuve las riendas para soltarlas entonces podría tomarlas otra vez, podría con todo lo que me hace mal y sacaría fuerzas hasta del fondo de mi ser para remontar sola "porque sola puedo". Y en realidad sentía que sola no podía. Que la estaba pasando muy mal como para marcar una distancia entre él y yo, porque quería ayudarme y me daba mucho miedo fallarle, fallar con todo, pero más que nada fallar en el momento en que tenga que devolverle todo lo que estaba haciendo por mi, todo lo que me depuraba el alma cada vez que estaba llena de huracanes en la cabeza. Calmó mis llantos como nadie lo hizo y puso su cuerpo a mis palabras lastimosas que nada tenían que ver con él, pero un día malo mío, era tormenta para los dos. En lo que más tuve miedo de fallarle, fue en lo que quedé noqueada. No podía sacar fuerzas siquiera para acompañarlo después de un día largo donde había hecho mil cosas, mientras yo en la cama llorando, repitiendome lo injusta que era la vida por no darme todo lo que merecía. No podía recordarle lo importante que era para mi su amor incondicional, porque jamás me había sentido tan contenida por alguien como con él. No podía sacar nada de mí que no sea para mi tristeza. No servía más que para intoxicar realidades, y en los momentos donde me esperó en la cama para que lo llene de cariño, yo estaba preguntándome qué tanto me estaba queriendo como para no mimarme. Yo esperaba, él no recibía. Yo estaba siendo amada por él y odiada por mi.
Y seguían los días y los dos observábamos cada crecimiento de la pareja por más ínfimo que sea, y no alcanzaba. Para ese entonces ya no habían besos que curen el desencuentro imposible de manejar que habíamos creado. 
El problema siempre fue en lo vulnerable que nos sentíamos por amarnos así. 
Él estaba siendo gigante por amarme así, pero no lo veía porque nunca me encargué de hacérselo saber, por recordarle una y otra vez lo mal que estaba todo.
Siempre le dije "nos conocimos en el peor momento y no puedo darte nada de mi". Él estuvo peor que yo, y el abrazo al comenzar el día nunca estuvo ausente.
Día a día era una lucha contínua con sentimientos fuertes y palabras lastimosas. Y aún así nunca se fue. Yo decidí romper con todo, como si fuese un cuadro menos en el mueble.
Tuve que soltarlo para valorar todo lo que siempre me dijo y yo no aceptaba. Si esto hubiese sido una serie, cada capítulo de mi vida estaba siendo subtitulado por todos los consejos que me había dado durante todo ese tiempo. Pero no estuvo ahí para verlo, ya que quien está escribiendo ahora había terminado hasta con las ganas de cruzar palabras.
No estaba equivocado: Estaba negada a ver lo positivo de ser quien soy. Ahora veo todo esto, y se me caen las lágrimas por haber podido ganarle a ese pensamiento tan oscuro del que me aferré tanto tiempo. 
Después de todo ese tiempo de luchas incontrolables conmigo misma decidí empezar por soltar todo lo que no tenía que ver conmigo: Mentiras mal armadas, hábitos que no acostumbraba, acciones que no son de mi personalidad, actitudes que no iban con mi esencia, y ni hablar de personas tóxicas que me inundaban el alma de morbosidades innecesarias. Esto ya nada tenía que ver con él, sino con el camino que necesitaba para volver a mi. 
Y no fue así, no volví a mi. Este es mi yo nuevo. Mi yo aceptado. Acepto lo que soy, y lo amo.

IV Libertad

"Nadie es de nadie, no te siento mi pareja. No nos siento más. Mi alma ya no está acá. Somos libres". Le decía. Y lo que en realidad no estaba ahí, era mi ser entero. Y no sé como antes había podido hablar de la libertad, si la conocí en su estado más puro cuando lo volví a ver después de tanto tiempo.
El amor es la libertad, conocemos la libertad cuando amamos: Nos liberamos de nuestras cadenas, de la personalidad que creamos ante los demás, de nuestras convicciones y hasta de nuestros cuerpos para amar. Conocemos el amor real cuando somos libres para animarnos a él. Y así es como cada sentimiento se pertenece. 
Hasta entonces no había sido consciente de semejante magia. 

V olver 

Lo último y más difícil que me quedaba por aceptar en el camino era el amor que había encontrado y descuidado con tanta cobardía.
De todo lo que saqué de mis malas vivencias, nada taché de nuestra historia: Entendí hasta las cosas que más nos hacían llorar. 
Después del torbellino de delirios me encontré sabiendo amar sanamente: Volví a él. 

Haber pasado tiempo buscando una paz única que ya había estado en frente de mis ojos me hicieron sentir destrozada. 
Escucharlo decir las cosas que yo había hecho mal, sabiendo y entendido todo cuando ya lo había perdido, me lastimaron más que cualquier roce antigüo. Quién podía hacer valer mi "ya lo entendí, y lo acepto" después de escuchar toda su tristeza? Sólo habíamos pasado juntos unas pocas horas desde el encuentro, y nadie más que nosotros mismos sabía lo mal que la había pasado todo este tiempo ausente. 
Nos entregamos con miedo, por la vulnerabilidad de siempre y ahora duplicada. Y cuando se presentan dos caminos no sabemos para donde disparar. 
Siempre hablando de la libertad como una vieja amiga, sin darme cuenta de que nunca la había conocido: Se hace presente en cada momento dorado, en risas, en forma de abrazo, de caricia, de beso. Porque en esos momentos insignificantes para el mundo exterior pero valioso para nosotros, nos siento indestructibles. Me hace sentir que el infinito es nuestro y que brillamos más que cualquier estrella. Que de nosotros depende el fin. Nos siento perfectamente creados para terminar un día y empezar otro juntos, para acompañarnos en las mejores etapas y en las peores tristezas, para darnos abrazos fuertes de felicidad y caricias con los brazos frágiles de tristeza. 
Nunca volví a nadie, porque nunca sentí que le pertenecía a alguien. No creía que el cuerpo podía hablar tanto, hasta que me rozó por primera vez. Su perfume, su piel, todo su cuerpo son la paz que se me hizo presente en la vida. Una paz transformada que se puede tocar, acariciar y besar hasta no dar más. Esa es la pertenencia que siento cada momento, cuando este mundo me da vuelta los pies y se me aparece él con sus brazos y me quita todo el pesar de la rutina de seguir existiendo.
Por pensar en que ya nada podía aprender aparece con sus convicciones llenas de quilombos que ni él sabe explicar pero que existen y son reales, valiosas, y tienen el mismo peso que cualquier persona que sabe expresar hasta lo último de sus pensamientos. Estoy atrapada por todas las cosas que no dice y siente. Por la locura que intenta controlar porque no es perteneciente a -éste- mundo. Pero sí al nuestro.
Hoy sé desde el principio de lo que siento hasta lo último. Nadie que no haya amado en la vida como yo lo amo, hoy puede hablarme del amor. Y aún así, la impredecibilidad de los caminos del futuro me hacen chiquita como una almendra. Y de eso se trata, dejar ser a lo que tenga que ser, destruir lo que queramos destruir. Si la infinidad del amor existe, yo ya la encontré, en las sonrisas que disparo desde el alma cada vez que dicen su nombre.