Nos metimos en el huracán de una noche rara.
Empezamos a correr en todas las direcciones
y yo tenía ganas de reírme
pero me estaba aguantando las ganas.
Porque veces hay que mandarse al carajo...
en la soledad uno puede abrir ventanas mentales,
dejar entrar la claridad,
y prenderse unos sahumerios
para renovar el aire.
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