lunes, 16 de febrero de 2015

Aire oxidado,
triste,
y pesado
que respiro
en esas paredes que tienen toda mi historia,
pensamientos y deseos,
que me vieron crecer,
y hacerme pequeña una y otra vez.
Ya no lo quiero más.
Nadie se da cuenta
que el único baile constante de vida
lo tenía mi sabio creador
y así se lo llevó;
bailando, 
sigiloso,
delicado,
hermoso.
Él nos dió este espacio,
dejándonos paredes sin pintar
para poderlas dibujar de nuevas historias,
pasillos oscuros como nuestros miedos
para iluminarlos con luces y decorarlos de flores.
Si lo pensáramos así,
se cambiaría toda la energía de nuestras almas,
y así la de nuestro hogar.
Pero ese aire ya no lo quiero más.
Ya lo hicimos denso, frío y sin color.

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